Anécdota viajera: En Francia te pueden echar de la piscina por esto...

Domingo. Finales de junio de 2022. 15h de la tarde. Plena ola de calor azotando Europa. 40º a la sombra… Y nosotros, en una furgoneta camper sin aire acondicionado. Y para colmo: en la región más seca y calurosa de Francia, en pleno centro y en una zona sin sombras a la vista donde resguardarse.

¿Plan de supervivencia? Buscar una piscina de pueblo barata, ¡y pasar la tarde en remojo! Parecía sencillo, ¿verdad?

La piscina más cercana, estaba a media hora de distancia por carretera. Además costaba solo 3€. Así que allá que nos fuimos…

Aparcamos enfrente a pleno sol. Nos pusimos el bañador a toda prisa, pagamos la entrada y para adentro. Encontramos un hueco tranquilo en el césped y enseguida, nos dirigimos corriendo al agua. ¡Nuestra salvación!

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Mientras yo me mojaba en las duchas de la entrada, se nos acercó el socorrista. Y mira que nos gusta hablar pero entre agua y conversación, a esas temperaturas, elegíamos claramente agua…

No sabíamos qué decía pero parecía que no le gustaba que estuviéramos allí. Le cortaba el paso a Alex y le decía que no, que no y que no todo el rato. No entendíamos nada.

Teníamos taaaaanto calor que nuestros cerebros no eran capaces de procesar la información. Solo queríamos que se quitara de en medio y nos dejará llegar al agua. ¡¡Estaba tan cerca!!

Entre algunas palabras sueltas que pillamos y sus gestos, finalmente entendimos. Yo sí podía bañarme, pero Alex no. Al parecer, su bañador no era “apropiado”. ¿Apropiado? Yo pensaba que nos estaba tomando el pelo, ¡en serio! Se me pasó por la cabeza que era una broma de cámara oculta para los extranjeros recién llegados a ese pueblo que no estaba ni en los mapas.

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Pero entonces miramos alrededor y con un poco de vergüenza descubrimos que la piscina entera tenía los ojos clavados en nosotros (porque además, somos españoles y claro, sin darnos cuenta somos un poquito escandalosos y hablamos más alto de lo que lo hacen por allí). Y nos dimos cuenta de que todos los hombres de alrededor, efectivamente, llevaban un bañador diferente. Ya sabes, ese que es tipo slip o boxer ajustado. Los “bañadores marca-paquete” como nosotros los llamamos.

Acabamos enterándonos de que en toda Francia (y después descubriríamos que también en Alemania), es obligatorio ese tipo de bañador porque les resulta más higiénico, ya que con las bermudas como las que usamos en España, puedes hacer vida también en la calle, y al obligar a este tipo de bañador, se aseguran que lo usas solo en la piscina. En realidad tenía su lógica…

Le preguntamos al socorrista si allí vendían bañadores (porque era domingo y todas las tiendas estaban cerradas). Su solución nos terminó de rematar. Sacó un cubo de debajo de un mostrador, donde tenía una colección de calzoncillos-braga usados y mojados, que los diferentes bañistas habían ido olvidando en los probadores. Alex y yo nos miramos: ni de coña se iba a poner eso en sus sagradas partes…

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Así que con todo el calor del mundo, nos tuvimos que marchar. Nos devolvieron el dinero amablemente y nos invitaron a salir. Porque otra cosa no, pero a los franceses a amables no les gana nadie. Por suerte, yo ya me había remojado algo en las duchas y me iba un poco más fresquita. ¡Y encima gratis! Había que buscar la parte positiva.

Como solución de emergencia, acabamos en un sitio en medio del monte, refrescándonos con nuestra ducha portátil para quitarnos el calor. No era lo mismo que pasar el día en la piscina, pero oye. Al menos conseguimos sobrevivir.

Al día siguiente, estábamos en un Decathlon comprando un bañador-braga para Alex.

¡Por fin listos para la siguiente ola de calor! Y para marcar paquete al más puro estilo francés :D

Si no tienes vehículo sobre ruedas, puedes alquilar una furgoneta camper o autocaravana para dormir en ella y realizar un montón de rutas en furgoneta camper como estas.